miércoles, 13 de mayo de 2015

Superando barreras

En relación a nuestra última entrada en la que hablábamos sobre las características del museo como servicio, vamos a dar ejemplos de cómo podemos superar ciertas barreras que se nos plantean.

                En primer lugar, para tangibilizar el servicio, podemos desarrollar un soporte físico que permita al consumidor “visualizarlo” y, sobre todo, palparlo, como podría ser una tarjeta o un souvenir que se regale con la entrada. También podríamos asociar el museo a un objeto que el usuario perciba fácilmente, valiéndonos el mismo souvenir de antes, o dar evidencias físicas del servicio, mediante un spot en tv o en la web del centro que muestre a los consumidores potenciales lo que van a encontrar en su visita.
                Otra forma de tangibilizarlo es identificar el servicio mediante la asociación a una marca o imagen. Esto es algo que en el centro parísino se ha conseguido a través del edificio en el que se encuentra el museo. De igual forma, para el Pompidou Málaga, nos podemos valer de “el cubo” en el que se localiza, del entorno del Muelle 1… Por otro lado, también podríamos conseguirlo a través de un logo, slogan, uniformidad característica de los empleados… Finalmente, sería bueno crear una imagen corporativa favorecedora a través de la orientación al consumidor.

                En segundo lugar, para salvar el problema de la variabilidad, en el caso concreto del Pompidou Málaga, podríamos optar por la singularización del servicio. Este podría realizarse con visitas guiadas prediseñadas en función de los gustos del cliente, por ejemplo. Lo importante aquí es atender las exigencias del consumidor tratando de personalizar el servicio lo máximo posible.

                En tercer lugar, la inseparabilidad es muy difícil de superar por el tipo de servicio que ofrece el museo. Aun así, una opción podría ser el llevar exposiciones temporales que formen parte de la oferta del Pompidou Málaga a otros lugares para “abrir boca” sobre la experiencia que se puede vivir en él.


                En cuarto y último lugar, nos encontramos con la caducidad. Realmente, al estar abierto seis días a la semana, no se plantea un problema con esta característica, ya que, como comentábamos en la anterior entrada, el cliente puede acudir el día que prefiera con independencia de si en un primer momento decidió ir el lunes pero por cualquier circunstancia no pudo y opta por visitar el museo el viernes.

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